domingo, 17 de mayo de 2015

Mercedes Sosa - Gracias a la Vida [Album Completo]


Mercedes Sosa "Como un pájaro libre" disco completo full album


Me gustan los estudiantes - Angel Parra



Convivencia en Chile: Desafío ético y respeto a nuestra dignidad Santiago de Chile, 5 de mayo de 2015 Crisis de confianza y de credibilidad

El 11 de marzo pasado se conmemoraron los 25 años de la asunción del gobierno liderado por el presidente Patricio Aylwin. Este marcó el inicio de nuestra transición política, que fue ejemplo de civilidad, de valores democráticos y de confluencia de voluntades por el bien de Chile. Hoy una pregunta abierta y silenciosa recorre las venas de nuestra Patria: ¿Qué ha sucedido para que se haya resquebrajado el tejido social y debilitado la confianza en nuestra manera de convivir como nación?

Es preocupante constatar la pérdida de confianza en las relaciones sociales y en los liderazgos: en la política, la empresa, la escuela, las universidades. A esto se añade la pérdida de credibilidad en las instituciones de la República, y también en nosotros como Iglesia Católica. Se cuestiona en ellas la falta de transparencia y de espacios de participación. Esto resulta aún más preocupante en un país que ha sabido encontrar caminos para superar diferencias que parecían irreconciliables y para forjar significativos acuerdos. Muchos se preguntan: ¿Será que se ha agotado el modelo social, económico y político? ¿Será un efecto indeseado de ese bienestar económico que reconoce una mayoría de chilenos, pero que engendra apetitos insaciables de bienestar material, de poder y de ganancia fácil asociada a actos de corrupción? ¿Será un cansancio ante estructuras que frenan o limitan un proceso más rápido y eficiente para superar las escandalosas brechas sociales, aquellas que generan chilenos de primera y segunda categoría, según los bienes y las relaciones sociales a los que pueden acceder?

Convivencia enrarecida y crisis de identidad

Desde la enseñanza social de la Iglesia y nuestra misión pastoral, percibimos síntomas de una crisis antropológica, es decir, de una concepción de la persona humana que desconoce que la dignidad humana es la piedra fundante de toda convivencia. La falta de respeto a la propia dignidad y a la de los demás, pisotea la identidad y misión de cada cual y deteriora los logros que hemos obtenido como sociedad. Una de las causas de la situación actual es la fuerte crisis de representación que afecta a nuestras instituciones, especialmente en el plano político, aunque no exclusivamente. Constatamos que las instituciones no han sido capaces de captar y encauzar las nuevas demandas y expectativas de la gente. 

En los grandes centros urbanos del país damos la impresión de vivir violentados, y con escasa conciencia de los abusos cotidianos con que herimos a los demás. Da la impresión que para relacionarse hay que levantar la voz y usar un lenguaje soez, o bien, avivar los conflictos y multiplicar las declaraciones altivas. De esa manera, el maltrato se instala como comportamiento habitual, a tal nivel, que ya poco o casi nada nos asombra. Ante este escenario, hay que reconocer que las leyes y normas institucionales no entregan soluciones para todo. Se requieren cambios de actitudes, conductas y prácticas personales y comunitarias.

Una profunda mirada interior

Toda esta situación nos hace pensar que esta es la hora de una profunda introspección tanto a nivel personal como institucional. 

El esquema de vida planteado por el modelo de desarrollo económico social vigente no ha sido acompañado con un desarrollo humano integral. Más bien la idea de poseer siempre más y de los derechos individuales que cada uno reclama, ha engendrado una carrera por acceder a mejores condiciones materiales. Tal vez, por lo mismo, en el camino ha generado agresividad y el “todo vale”. En ese proceso descuidamos al otro en cuanto persona y solo priman los intereses individuales y de quienes nos son más cercanos. De este modo, nuestra convivencia laboral, urbana, cívica y mediática tiende a convertirse en una guerra despiadada. 

A nivel institucional se han hecho pocas reflexiones y autocríticas, con la fuerza que se requiere y con la transparencia que la población demanda. Arrepentimiento y contrición es lo que falta, pero también la debida sanción.

Esa mirada interior debiese llevar también a un acto de perdón y reparación, tanto a nivel personal como institucional. Tenemos que aprender a pedir perdón a quienes conviven con nosotros. En cuanto a los servidores públicos, sean ellos parlamentarios u otros, es necesario que se sepa con claridad quiénes utilizaron financiamiento indebido, asumiendo las consecuencias de esos actos. Lo mismo, los empresarios, los comunicadores y las diversas asociaciones. Los chilenos tenemos derecho tanto a la verdad como a la justicia, pero también a las oportunidades del perdón, que no es lo mismo que impunidad.

Hacia una renovación de las instituciones y de las personas

La desconfianza ha llegado a ser un mal crónico entre nosotros, como lo consignan diversos estudios. Una forma de restablecer las confianzas es aplicando serenamente la ley, sancionando a los culpables por haberla infringido y declarando inocentes a los injustamente acusados. Sin embargo, la judicialización no parece ser un camino suficiente para resolver los conflictos, menos aún para humanizar nuestra convivencia. Las relaciones humanas son mucho más que el imperio del derecho, sin perjuicio de que este sea fundamental para que la vida en sociedad esté basada sobre la justicia. 

Con frecuencia las instancias judiciales y la transparencia de los procesos se transforman para muchos en ocasiones propicias para una violencia denigratoria que pasa a llevar, sin más, la presunción de inocencia. No podemos cegarnos ante las injusticias ni cerrarnos al debido proceso, pero creemos que hay modos de diálogo social más fecundos y humanizadores que el solo camino judicial. En este sentido, valoramos los esfuerzos del gobierno, los parlamentarios y de los diversos actores políticos y sociales, por renovar y actualizar el marco regulatorio de nuestra convivencia. Una forma de salir de esta crisis es evidentemente cambiando aquellos aspectos de nuestra institucionalidad que hicieron posible los abusos que hoy se condenan.

También y, sobre todo, se necesitan cambios en las conductas. La experiencia nos enseña que “el apetito desordenado de dinero no deja de producir efectos perniciosos”. Por eso, “el respeto de la dignidad humana exige la práctica de la virtud de la templanza, para moderar el apego a los bienes de este mundo; de la justicia, para preservar los derechos del prójimo y darle lo que le es debido; y de la solidaridad, siguiendo la regla de oro (del Evangelio) y según la generosidad del Señor, que “siendo rico, por nosotros se hizo pobre a fin de enriquecernos con su pobreza”(Catecismo de la Iglesia Católica, 2407; cfr. 2 Corintios 8, 9).

La Doctrina Social de la Iglesia nos enseña que “una auténtica democracia no es solo el resultado de un respeto formal de las reglas, sino que es el fruto de la aceptación convencida de los valores que inspiran los procedimientos democráticos: la dignidad de toda persona humana, el respeto de los derechos del hombre, la asunción del «bien común» como fin y criterio regulador de la vida política. Si no existe un consenso general sobre estos valores, se pierde el significado de la democracia y se compromete su estabilidad” (Compendio Doctrina Social, 407).

Aporte desde la perspectiva cristiana

En Chile hay personas e instituciones con vocación de servicio público que, confiamos, abordarán con eficacia estos y otros desafíos. Con sencillez también nos sentimos llamados a hacer nuestro aporte. Un paso necesario, para los creyentes en el Señor, es ir al encuentro de cada persona, especialmente de la que sufre o está caída, y reconocerla y valorarla por lo que es. Quienes creemos en Cristo debemos ver en cada persona a un hermano suyo y nuestro. Más aún, lo que hacemos al menor de los hermanos, al Señor lo hacemos. Y esto es sagrado. Una profunda conversión social supone encontrarnos con la persona de Jesucristo y dejarnos maravillar por su manera de vivir, de sentir, de pensar y de actuar. Es Él mismo quien nos revela que la dignidad de la persona humana es algo inherente a su ser y no un reconocimiento externo que se le concede. Es una condición fundamental de su existencia que debe ser reconocida, respetada, protegida y promovida.

Desde esta actitud profundamente humana y humanizadora afirmamos que cuando la persona humana se endiosa, por cualquiera sea la razón, esta termina desquiciada. Ese endiosamiento personal, llamado también individualismo, es hoy una de las grandes causas del deterioro de la cohesión social. Así, cada cual busca su propio bienestar, contrariando su naturaleza social, sin importarle si su beneficio se logra a expensas del resto de la comunidad. “Serán como dioses” (Génesis 3, 4), dijo la serpiente engañosa a Adán y Eva, despertando una pretensión humana que ha causado demasiadas tragedias en la historia.

Llamados a amar y servir

A esta tentación responde el estilo de Jesús que nos enseña la alegría de servir, y no al interés propio desligado del bien de los demás (cfr. Evangelio de San Juan 13, 12-16; 15, 11-13).

Debemos redescubrir que el poder de las autoridades de diferente índole, existe para servir a los demás y que servirse de dicho poder provoca un daño capital. Debemos tomar conciencia de que la honra de las personas es crucial en la convivencia social. Por lo tanto, una práctica permanente de denostación pública como modo de diálogo político solo colabora a desintegrar más el ya debilitado tejido social. Los creyentes somos discípulos de Jesús, nuestro Maestro y Señor, que enseñó con su vida estas virtudes. Tenemos la certeza de que su Espíritu nos fortalece y nos impulsa a un diálogo social fecundo, basado en el respeto mutuo y en la verdad que nos libera. Esto no implica de ninguna manera soslayar los errores y pecados, pero siempre mantiene como prioritario el respeto que merece cada persona por el hecho de ser tal, aunque haya pecado y delinquido.

Estas actitudes se fundan en una concepción de la persona humana como ser naturalmente sociable, abierta a los demás, incapaz de alcanzar su perfección y plenitud sin comprometerse con el bien del prójimo. Por cierto, la fe ilumina esta verdad antropológica, mostrándonos a Cristo como modelo eminente de vida. Es una verdad que funda la vida de tantísimos compatriotas que, si bien no comparten nuestra fe, han hecho de sus vidas un ejemplo de amor y de servicio a la Patria y al prójimo.

Estas admirables actitudes se han encarnado en estos días en la ayuda solidaria desplegada por tantas personas e instituciones para ir en ayuda de nuestros hermanos del Sur y antes del Norte de Atacama y Antofagasta. Hemos sentido como propia esta tragedia y la seguiremos sintiendo mientras sus vidas no vuelvan a plena normalidad. Es lo que hemos plasmado como Conferencia Episcopal de Chile en el lema de CARITAS CHILE: “Solidaridad es nuestro Norte”.

Por esta razón, invitamos con sencillez a creyentes y no creyentes, a darnos tiempo para redescubrir la bondad de cada persona, la eficacia que tiene la gratuidad y solidaridad en nuestras relaciones, así como el respeto de nuestra dignidad. 

Quisiéramos ayudar y ayudarnos a construir nuestro futuro sobre los valores, virtudes e ideales que heredamos de nuestros padres y madres en la Patria y en la fe. Nos interesan sus ejemplos, su fe y su fortaleza, para renovar la esperanza en esta tierra donde estamos llamados a amar y servir a quienes la habitan, con especial dedicación a aquellos que a causa de la injusticia sufren la exclusión del desarrollo. Estamos a tiempo para desterrar la idolatría del dinero y de la corrupción, de valorar la actividad política y de sus actores, de reconocer el aporte de tantos trabajadores y empresarios, de avanzar en el trato justo, respetuoso y amable que nos debemos, en fin, de corregir nuestros errores y juntos fortalecer el alma de Chile. Todo el bien que anhelamos para nuestra Patria lo encomendamos a nuestra Madre, la Virgen del Carmen.

EL COMITÉ PERMANENTE DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE CHILE

+ Ricardo Cardenal Ezzati Andrello
Arzobispo de Santiago - Presidente

+ Alejandro Goic Karmelic
Obispo de Rancagua - Vicepresidente

+ Fernando Chomali Garib 
Arzobispo de la Ssma. Concepción 

+ Cristián Caro Cordero
Arzobispo de Puerto Montt

+ Cristián Contreras Villarroel
Obispo de Melipilla - Secretario General

sábado, 16 de mayo de 2015

MENSAJE DE LA XXXV ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA DEL CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO (CELAM) Santo Domingo (República Dominicana), 12 a 15 de mayo de 2015


 


A los obispos, presbíteros, diáconos permanentes, consagrados y consagradas, laicos y laicas del pueblo católico que peregrina como Iglesia en América Latina y El Caribe:

1. Reunidos para celebrar la XXXV Asamblea General Ordinaria del Consejo Episcopal Latinoamericano y de El Caribe (CELAM), en la ciudad de Santo Domingo, los días 12 al 15 de mayo de 2015, les enviamos nuestro saludo con la alegría que brota de la Palabra de vida que se nos ha manifestado (Cf. 1Juan 1,1).

2. La conmemoración de los 50 años de la clausura del Concilio Vaticano II, los 60 años de existencia del CELAM, la cercana beatificación de Mons. Oscar Arnulfo Romero y de tres presbíteros misioneros que dieron su vida martirialmente en América Latina: Michele Tomaszek, Zbigneo Strzalkowski y Alessandro Dordi; así como la expectativa ante la próxima visita del Papa Francisco a nuestro continente, constituyen el contexto propicio para asumir con gratitud y esperanza los nuevos retos que se plantean a nuestras iglesias particulares.

3. La experiencia fraterna vivida durante estos días nos ha permitido, como discípulos-pastores, compartir una misma fe y un mismo sentir en el firme compromiso de anunciar a Jesucristo vivo y misericordioso. Así lo refleja nuestro caminar eclesial de los últimos cuatro años y así lo testimoniamos con la disponibilidad para servir en comunión.

4. Nuestro corazón ha acogido la Palabra de Dios y hemos celebrado la Eucaristía, como fuentes que animan toda nuestra reflexión pastoral sobre la realidad y nos permite discernir y obrar en sintonía con el plan de Dios. La Palabra la hemos recibido en la nueva traducción del CELAM: El Nuevo Testamento de la «Biblia de la Iglesia en América» (BIA). Ella resonó con fuerza y audacia para recordarnos la urgencia de animar una cultura del encuentro, que haga patente la presencia encarnada del Dios que es misterio de comunión (Cf. Evangelii Gaudium 220). Esa misma Palabra nos consuela y nos hace decirles que no están solos, que caminamos como pastores con ustedes, compartiendo sus alegrías y tristezas.

5. Hemos agradecido el servicio de la presidencia y equipo de directivos del cuatrienio 2011 - 2015, y, con un mismo espíritu, hemos elegido a algunos de nuestros hermanos obispos para que con generosidad e intrepidez asuman la tarea de dirigir el CELAM anunciando el Evangelio y viviendo en comunión eclesial durante los próximos cuatro años 2015 - 2019.

6. En estos días, sintiendo la fe y la oración solidaria de nuestras hermanas y hermanos latinoamericanos y caribeños, identificamos los grandes desafíos que interpelan nuestro peregrinar y los hemos propuesto como tarea del CELAM en el nuevo período que comienza. En particular, continuaremos apoyando con renovado esfuerzo la Misión Continental y seguiremos invitando a todas las iglesias particulares a vivir una auténtica «conversión misionera» (Cf. EG 30). A la luz del Concilio Vaticano II, de Aparecida y del magisterio del primer Papa latinoamericano, queremos ser, cada vez más, una Iglesia, que como Pueblo de Dios, es misionera, misericordiosa y samaritana (Cf. EG 114). Una Iglesia urgida a ser «tienda de campaña» que acoge y sirve a todos los que la sociedad descarta y desecha (Cf. EG 195). Una «Iglesia en salida», centrada en Cristo y descentrada para ir al encuentro de las periferias. Una Iglesia fiel a su misión, que colabora con las personas de buena voluntad en la construcción de una sociedad más justa y solidaria.

7. Expresando de forma concreta esta colaboración, hemos acogido y respaldado con esperanza la creación de la Red Eclesial Pan-Amazónica(REPAM) para responder de manera eficaz y orgánica a los desafíos de la Amazonía, «fuente de vida en el corazón de la Iglesia». Esto nos alienta a «crear conciencia en las Américas de la importancia de la Amazonía para toda la humanidad» (Aparecida 475) y a asumir juntos la responsabilidad por la misión eclesial en la región.

8. Invitamos a todos a fortalecer nuestro sentido de pertenencia al CELAM y a valorar aún más su identidad y misión. Reconocemos en él un verdadero don de Dios y un patrimonio eclesial. La mejor manera de agradecer estos 60 años de camino es acoger el servicio de comunión que promueve, el magisterio que ha ofrecido y las experiencias pastorales que impulsa.

9. Mantengámonos en la fecunda experiencia misionera que ha suscitado la V Conferencia del episcopado latinoamericano y caribeño de Aparecida. Renovemos nuestro empeño por llevar a otros al encuentro con Jesucristo y acompañemos estos procesos discipulares portadores de esperanza para la sociedad.

10. En cada uno de nuestros países la Virgen María acompaña y sostiene el camino de los discípulos misioneros de Jesús. A Nuestra Señora de la Altagracia, madre del pueblo dominicano,le encomendamos con gratitud la vida de la Iglesia que nos ha acogido en estos días con tanta generosidad, y le confiamos también el futuro de nuestras comunidades para que sean, como ella, bienaventuradas porque han creído (Cf. Lucas 1,45).

Santo Domingo, 15 de mayo de 2015.

Emmo. Sr. Cardenal Rubén Salazar Gómez
Arzobispo de Bogotá, Colombia  Presidente
(16 de mayo de 2015) © Innovative Media Inc.

domingo, 3 de mayo de 2015

Evangelio del Lunes 4 de Mayo de 2015, Juan 14,21-26. V de Pascua.

En aquel tiempo Jesús dijo a sus discípulos: 
«El que recibe mis mandamientos y los cumple, ese es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él". 
Judas -no el Iscariote- le dijo: "Señor, ¿por qué te vas a manifestar a nosotros y no al mundo?". 
Jesús le respondió: "El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él. 
El que no me ama no es fiel a mis palabras. La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió. 
Yo les digo estas cosas mientras permanezco con ustedes. 
Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho.» 

Comentario del Evangelio por: San Juan de la Cruz (1542-1591), carmelita 
descalzo, doctor de la Iglesia. Subida del Monte Carmelo, Libro 2, cap. 22,3-5 
“La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió.”

La principal causa por que en la Ley de escritura eran lícitas las preguntas que se hacían a Dios, y convenía que los profetas y sacerdotes quisiesen revelaciones y visiones de Dios, era porque aún entonces no estaba bien fundamentada la fe ni establecida la Ley evangélica, (…). Pero ya (…) no hay para qué preguntarle de aquella manera, ni para qué él hable ya ni responda como entonces. Porque en darnos, como nos dio a su Hijo, que es una Palabra suya (Jn 1,1), que no tiene otra, todo nos lo habló junto y de una vez en esta sola Palabra, y no tiene más que hablar. Y éste es el sentido de aquella autoridad con que dice san Pablo a los hebreos (…): “Lo que antiguamente habló Dios en los profetas a nuestros padres de muchos modos y de muchas maneras, ahora a la postre, en estos días nos lo ha hablado en el Hijo” (Heb. 1, 1). (...). 

Por lo cual, el que ahora quisiese preguntar a Dios, o querer alguna visión o revelación, no sólo haría una necedad, sino haría agravio a Dios, no poniendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer otra alguna cosa o novedad. Porque le podría responder Dios de esta manera, diciendo: “Si te tengo ya habladas todas las cosas en mi Palabra, que es mi Hijo, y no tengo otra, qué te puedo yo ahora responder o revelar que sea más que eso? Pon los ojos sólo en él, porque en él te lo tengo todo dicho y revelado, y hallarás en él aún más de lo que pides y deseas. (…) 

Porque desde aquel día que bajé con mi Espíritu sobre él en el monte Tabor, diciendo: ‘Este es mi amado Hijo, en que me he complacido, a él oíd’ (Mt. 17, 5); ya alcé yo la mano de todas esas maneras de enseñanzas y respuestas (…). Oídle a él, porque yo no tengo más fe que revelar, ni más cosas que manifestar. Que, si antes hablaba, era prometiendo a Cristo; y si me preguntaban, eran las (preguntas) encaminadas a la petición y esperanza de Cristo, en que habían de hallar todo bien, como ahora lo da a entender toda la doctrina de los evangelistas y apóstoles”.

sábado, 2 de mayo de 2015

Evangelio del Domingo 3 de Mayo de 2015, según San Juan 15,1-8. V de Pascua.

En aquel tiempo Jesús les dijo: "Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador.   
El corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que  dé más todavía.   Ustedes ya están limpios por la palabra que yo les anuncié.   
Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no  puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en  mí.   Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. 
El que permanece en mí, y yo en él, da  mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer.   Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca;  después se recoge, se arroja al fuego y arde.   
Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán.   La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis  discípulos".   

Comentario del Evangelio por   Beata Teresa de Calcuta (1910-1997), fundadora de la Hermanas  Misioneras de la Caridad     Camino de sencillez  
«Permaneced en mí, como yo en vosotros» 

"Amad la oración. A menudo, durante la jornada, tratad de sentir la necesidad  de orar, y abandonad la tristeza en la oración. La oración agranda el corazón, hasta  el punto que podrá contener el don que Dios nos hace de el mismo. "Pedid, buscad "  (Lc 11,9) y vuestro corazón se ensanchará lo suficiente para recibirlo.          
La siguiente oración, extraída del libro de oraciones de nuestra comunidad,  escogida entre aquellas que recitamos cada día. Puede ayudaros...  
«Convirtámonos en ramas verdaderas y fructíferas de la viña de Jesús, recibiéndole  en nuestra vida como Él quiera mostrarse:   
Como la Verdad - para ser dicha;   
Como la Vida - para ser vivida;   
Como la Luz - para ser iluminada;   
Como el Amor - para ser amado;  
Como el Camino - para ser andado;   
Como la Alegría - para ser dada;   
Como la Paz - para ser extendida;   
Como el sacrificio - para ser ofrecido, en nuestras familias y en nuestro barrio». 

Moral Católica. "Las acciones humanas"

La moral se ocupa de las acciones humanas. Las verdaderas acciones humanas son aquellas que dimanan de la libre voluntad del hombre.

¿Pero el hombre es verdaderamente libre? Ciertamente sí, inequívocamente: puedo querer una manzana o una pera, o también no querer nada. Los distintos condicionamientos (familia, escuela, costumbres) en la mayoría de los casos no quitan la libertad, pero la pueden limitar. Por lo tanto es necesario afirmar que la libertad de base permanece, y todos tenemos la experiencia, no obstante los condicionamientos, de que podemos obrar según nuestro arbitrio.

Admitiendo, pues, que la verdadera acción humana es aquella que es libre, la moral no mira si nuestra acción es importante o no, si es eficaz o no, si es aplaudida o no. Lo que cuenta para la moral es si la acción que estamos realizando es buena o mala. Decir por tanto que las acciones son morales o inmorales equivale a decir que las acciones son buenas o malas.

Todas las parábolas de Jesús, en particular la del buen samaritano (Lc. 10, 30ss), indican cuáles son las acciones buenas que se han de hacer, y cuáles las malas que se han de evitar.

4. ¿De qué acciones se ocupa la moral?

La moral se ocupa de las acciones humanas, es decir, de aquellas acciones que el hombre realiza con conciencia y deliberación, y que por lo tanto implican su libertad y su responsabilidad.

5. ¿Qué es la libertad?

La libertad es la capacidad, arraigada en la razón y en la voluntad, de obrar o no obrar, o bien, de hacer una cosa en vez de otra. Ella pone a la persona en condición de dirigirse a sí misma.

6. ¿Existen factores que pueden mermar la libertad y la responsabilidad del hombre?

La libertad y la responsabilidad del hombre pueden ser disminuidas o anuladas por la ignorancia, por la violencia, por el temor y por varios condicionamientos psíquicos o sociales.

7. ¿La ignorancia atenúa siempre la responsabilidad de una culpa?

La ignorancia atenúa y hasta quita la responsabilidad de una culpa en la medida en que ella misma no esa culpable.

8. ¿También las pasiones disminuyen la responsabilidad?

Las pasiones, esto es, aquellas emociones o movimientos de la sensibilidad que empujan a obrar o a reaccionar de modo instintivo, disminuyen la responsabilidad sólo cuando son padecidas involuntariamente, de ordinario aumentan la responsabilidad.

9. ¿Cuál es el influjo de los hábitos sobre la responsabilidad?

Como las pasiones, así también los hábitos pueden disminuir o aumentar la responsabilidad según que sean sufridos involuntariamente, o bien cultivados voluntariamente.

10. ¿En base a qué podemos decir que una acción humana es buena o mala?

La bondad o no de una acción humana depende de tres factores: del objeto, de las circunstancias y del fin.

11. ¿Qué es el objeto?

El objeto, o contenido, es el bien, verdadero o presunto, sobre el que recae directamente la acción.

12. ¿Qué son las circunstancias?

Son las diversas situaciones que se unen al objeto, o contenido, modificándole en una cierta medida el valor moral.

13. ¿Qué es el fin?

El fin, llamado también intención, es aquello a lo cual tiende el hombre al realizar una acción determinada.

14. ¿En qué modo estos tres factores actúan para que una acción humana sea buena o mala?

Para que una acción determinada sea moralmente buena deben ser buenos los tres factores. Por el contrario, para que sea más o menos mala basta que sea más o menos malo uno solo de ellos.

15. ¿No es cierto que lo que cuenta es sólo la intención?


Una intención buena no puede jamás hacer bueno aquello que en sí mismo es malo. El fin no justifica los medios.

16. ¿Hay, pues, acciones que jamás es lícito realizar, ni siquiera con las mejores intenciones?

En el caso en que el objeto o contenido de la acción sea intrínsecamente malo jamás es lícito quererlo, ni siquiera con las mejores intenciones: por ejemplo, jamás es lícito, en ningún caso, matar a un inocente.

17. ¿Qué es la conciencia?

La conciencia es el juicio de la razón mediante el cual la persona valora si la acción que va a realizar, o que ya ha realizado, es buena o mala.

18. ¿Cómo se puede calificar la conciencia?


La conciencia puede ser verdadera (recta) o falsa (errónea).

19. ¿Qué significa esta distinción?

La conciencia es verdadera o falsa según que su juicio concuerde o no con la verdad objetiva de la ley moral.

20. ¿Es siempre pecado ir contra la conciencia?

Sí, es siempre pecado. Y el pecado es grave si el objeto o contenido de la acción es juzgado como grave.

21. ¿Si se sigue la propia conciencia (y por tanto si es de buena fe), pero se realizan de hecho acciones objetivamente malas, se comete pecado?

Se comete pecado cuando se es culpable de la propia ignorancia y de la consiguiente incapacidad de dar una correcta valoración de las propias acciones. Y esto ocurre a menudo, porque no todos se preocupan de instruirse y de educar su conciencia.

22. ¿Cómo se educa la propia conciencia?

Siguiendo y profundizando la enseñanza de la Iglesia, que es nuestra madre en la fe y ha sido encargada por Nuestro Señor Jesucristo de instruir a los bautizados en la verdad.

23. ¿Qué debe hacer el que se encuentra en la duda d conciencia?

Quien se encuentra en la duda de conciencia, antes de obrar debe esclarecer la duda. Jamás es lícito realizar una acción si se duda que sea pecado.


viernes, 1 de mayo de 2015

Evangelio del Sábado 2 de Mayo de 2015, según San Juan 14,7-14. IV Pascua.


En aquel tiempo Jesús les dijo a sus discípulos:
 "Si me conocen a mí, también conocerán al Padre. Pero ya lo conocen y lo han  visto.»  Felipe le dijo: «Señor, muéstranos al Padre, y eso nos basta.»  
Jesús le respondió: «Hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me  conoces, Felipe? El que me ve a mí ve al Padre. ¿Cómo es que dices: Muéstranos al  Padre?  ¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? 
Cuando les enseño,  esto no viene de mí, sino que el Padre, que permanece en mí, hace sus propias  obras.  
Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanme en esto; o si no, créanlo por  las obras mismas.  
En verdad les digo: El que crea en mí hará las mismas obras que yo hago y, como  ahora voy al Pad re, las hará aún mayores.  
Todo lo que pidan en mi Nombre lo haré, de manera que el Padre sea glorificado en  su Hijo.  Y también haré lo que me pidan invocando mi Nombre.  

Comentario del Evangelio por:   San Ireneo de Lyon (c 130- c 208), 
obispo, teólogo y mártir. Contra las herejías 4,20, 4-5; SC 100  
 “El que me ve a mí, ve al Padre.”      

“Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios” (Mt 5,8). El  hombre por si sólo, no verá a Dios, pero Dios será visto por los hombres si Dios lo  quiere, por quien él quiere, cuando él quiere, porque Dios lo puede todo. 
 Antiguamente fue visto, gracias al Espíritu según la profecía, después fue visto,  gracias al Hijo, según la adopción, y será visto en el reino de los cielos según la  paternidad. Porque el Espíritu prepara al hombre previamente para el Hijo de Dios,  el Hijo lo conduce al Padre, y el Padre le da la incorruptibilidad y la vida eterna que  consisten para cada uno en ver a Dios.      
Ya que los que ven la luz están en la luz y participan de su resplandor, así los  que ven a Dios están en Dios y participan de su esplendor. Porque el esplendor de  Dios da la vida. Por tanto, los que ven a Dios participan en su vida.  

La Moral Católica

La moral no es una jaula ni una prisión que quita la libertad. El conjunto de reglas, prohibiciones y mandatos que propone, sirve por el contrario para custodiar la libertad, para que el hombre pueda alcanzar, como individuo y como comunidad, su plena realización. Como las reglas de la salud tienen como fin el garantizar nuestro bienestar físico, así las normas morales son las condiciones necesarias para conducir a la persona al pleno desarrollo de sus capacidades de conocimiento y de amor.
Tomemos como ejemplo las reglas establecidas por la justicia. Si se respetan, se sirve en una sociedad ordenada y pacífica. Si, por el contrario, no son respetadas se dan gravísimos abusos, como robos, homicidios, discordias, engaños, egoísmos de todo tipo, etc.

Otro ejemplo significativo lo ofrecen las normas para conservar el medio ambiente. Si son respetadas, entonces el medio ambiente ayuda al hombre a vivir feliz. En caso contrario pueden derivarse consecuencias tan graves que pongan en peligro la misma existencia humana.

Las reglas, como se ve, no obstaculizan sino que facilitan y favorecen la consecución de los resultados que nosotros deseamos.

Comprendamos así las palabras de Jesús: "Si quieres entrar en la vida, observa los mandamientos" (Mt. 19, 17).

1. ¿Qué es la moral católica?

La moral católica es el conjunto de las normas que enseñan al hombre cómo debe comportarse para vivir según Dios, y así realizarse así mismo y alcanzar después de esta vida la felicidad eterna del Paraíso.

2. ¿Es posible resumir en pocas palabras la enseñanza de la moral católica?

Se puede resumir en pocas palabras la enseñanza de la moral católica diciendo que la cosa más importante, es más, la única cosa verdaderamente importante es vivir, crecer y perseverar hasta el final en la gracia de Dios, observado los mandamientos y evitando el pecado, sobre todo el pecado mortal, para merecer así la felicidad eterna.

3. ¿Es difícil practicar la moral católica?

La moral católica es exigente y comprometida, porque nos propone un ideal altísimo, el de vivir como hijos de Dios, pero somos ayudados en nuestro camino por los ejemplos de Nuestro Señor Jesucristo, de la Virgen María y de los Santos, y sobre todo por la gracia del Espíritu Santo que nos da en los sacramentos y podemos siempre pedir en la oración. La dificultad del empeño es después compensada por aquella gratificación, paz y alegría interior que derivan de la conquista de todo gran ideal.


Evangelio del Viernes 1º de Mayo de 2015, Fiesta de San José Obrero, según San Juan 14,1-6. IV de Pascua.

En aquel tiempo Jesús dijo: "No se inquieten. Crean en Dios y crean también en mí.   En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera así, se lo habría dicho  a ustedes. Yo voy a prepararles un lugar.   Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos  conmigo, a fin de que donde yo esté, estén también ustedes.   Ya conocen el camino del lugar adonde voy".   Tomás le dijo: "Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo vamos a conocer el  camino?".   Jesús le respondió: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino  por mí.   

comentario del Evangelio por San Rafael Arnaiz Barón (1911-1938),
monje trapense español   Escritos espirituales, 12/04/1938  
«Donde yo estoy, también estaréis vosotros»  

¡Ah! si el mundo supiera lo que es amar un poco a Dios, también amaría al prójimo.  Al amar a Jesús, al amar a Cristo, también forzosamente se ama lo que Él ama.  ¿Acaso no murió Jesús de amor por los hombres? Pues al transformar nuestro  corazón en el de Cristo, también sentimos y notamos sus efectos... Y el más grande  de todos es el amor... el amor a la voluntad del Padre, el amor a todo el mundo,  que sufre, que padece... Es el padre, el hermano lejano, sea inglés, japonés o  trapense; el amor a María... En fin. ¿Quién podrá comprender el Corazón de Cristo?  Nadie, pero chispitas de ese Corazón hay quien las tiene..., muy ocultas..., muy en  silencio, sin que el mundo se entere.  

Jesús mío, qué bueno eres. Tú lo haces todo maravillosamente bien. Tú me enseñas  el camino; Tú me enseñas el fin. El camino es la dulce Cruz..., es el sacrificio, la  renuncia, a veces la batalla sangrienta que se resuelve en lágrimas en el Calvario, o  en el Huerto de los Olivos; el camino, Señor, es ser el último, el enfermo, el pobre  oblato trapense que a veces sufre junto a tu Cruz. Pero no importa; al contrario...,  la suavidad del dolor sólo se goza sufriendo humildemente por Tí. Las lágrimas  junto a tu Cruz, son un bálsamo en esta vida de continua renuncia y sacrificio; y los  sacrificios y renuncias son agradables y fáciles, cuando anima en el alma la caridad,  la fe y la esperanza. He aquí cómo Tú transformas las espinas en rosas.  

Mas ¿y el fin?... El fin eres Tú, y nada más que Tú... El fin es la eterna posesión de  Ti allá en el cielo con Jesús, con María, con todos los ángeles y santos. Pero eso  será allá en el cielo. Y para animar a los flacos, a los débiles y pusilánimes como yo,  a veces te muestras al corazón y le dices..., ¿qué buscas? ¿qué quieres? ¿a quién  llamas?... Toma, mira lo que soy... Yo soy la Verdad y la Vida.  

Y entonces derramas en el alma delicias que el mundo ignora y no comprende.  Entonces, Señor, llenas el alma de tus siervos de dulzuras inefables que se rumian  en silencio, que apenas el hombre se atreve a explicar... 

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